
Luego de una ausencia debido, entre otras cosas, a la odiosidad de un troyano que me hizo reformatear mi PC, puedo escribir sobre un tema contingente, periodístico y de análisis: la muerte del General (r) Pinochet.
Partamos diciendo que acá se "respetan" todas las opiniones "respetuosas" y que si bien sabemos de los excesos cometidos y los procesamientos que estaban siendo cursados, tratemos de mirar un poco más allá, en esos detalles que nos dicen que la unidad nacional aún se ve lejos:
-El día de la muerte de Augusto Pinochet, sentí una tremenda decepción ante el comportamiento de carnaval que tomaron algunos. Descorchar champaña y gritar consignas altamente denigrantes no hace más que mostrarnos como algo que espero no seamos. Ese día el "respeto" no imperó y las noblezas de todo ser humano quedaron olvidadas.
-El no haberle dado los honores de ex Presidente, que sí lo fue, no creo haya sido lo mejor. Por lo menos el Gobierno hubiese optado por un día de duelo, en comparación a los 3 que se le dieron a Gladys Marín. Ese día recuerdo “respeto” del bando contrario, ninguna botella descorchada, ni gritos ofensivos.
-No creo apropiadas las declaraciones del Ministro Belisario Velasco. Raro es entonces que la Ministra de Defensa quiera terminar con la carrera militar del nieto del General por sus dichos en el funeral, dado que es un funcionario de gobierno, pero no se tome el mismo parámetro con el Ministro del Interior. Tampoco se considera que el nieto del General Prats escupió sobre el féretro de Pinochet, lo que podría afectar la imagen de su madre, la embajadora en Grecia. Al parecer las cosas no se mezclan cuando no son convenientes. No creo sea justo enlodar o terminar con una orgullosa carrera militar, en el grado de Capitán. Si es necesaria una amonestación, que se haga.
-Una mala estrategia y mal gesto, el haber autorizado una marcha contraria el mismo día y hora de las exequias. Eso realmente suena a provocación, mírese con el lente que se mire.
-Pésima las actitudes de violencia de los pinochetistas a los periodistas en general. Si bien es cierto, pueden molestar algunas calificaciones, debemos tener en claro y respetar que para algunos, Pinochet fue un salvador y arquitecto del Chile moderno, mientras que para otros un dictador y villano. Mal visto también la ausencia de varios derechistas quienes por un tema de imagen, ahora decidieron no verse inmortalizados con su asistencia a dicho evento, que quiérase o no, es parte de la historia.